• El precio de las comidas se suma a la ya pesada carga de las matrículas que los estudiantes deben sufragar, lamenta Afra Blanco, portavoz de Avalot, la sección juvenil de UGT. Y critica: “Cada vez hay menos salas para comer de fiambrera, con la excusa de que las usarán para tomar cervezas. Y hay personas que no pueden volver a casa para comer. Al final, acabará estudiando quien tenga dinero para hacerlo”.
  • A este problema se añade el de la caída en el importe de las becas, apunta Gemma Espigares, presidenta del Consejo del Estudiantado de las Universidades Catalanas: “Antes los estudiantes cobraban mucho más por ellas. Ahora no permiten compensar los gastos de comida, transporte público o alojamiento”. Reclama “aumentar la dotación” de las ayudas y “tener en cuenta especialmente los niveles de renta de los estudiantes”.

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