Existen numerosas plataformas para vigilar que un examen realizado a distancia se resuelve con garantías. Estos sistemas usan diversas técnicas: desde el reconocimiento facial hasta la presencia a través de una videollamada de un supervisor que controla lo que hace el alumno durante la prueba, incluyendo una identificación a través de un documento de identidad que el estudiante enseña a la cámara.

Los servicios de este tipo están creciendo en Estados Unidos por la pandemia. Varias universidades los usan en ese país. Al hacerlo, delegan en empresas externas la supervisión de las pruebas.

Entre los estudiantes este sistema puede llegar a generar tensión y rechazo, por la cesión de datos personales a terceros y por la falta de garantías de preservación de la intimidad personal y, en ocasiones, familiar.

A la vez, aumentan en la red las sugerencias para burlar estos sistemas de grabación. Los especialistas en ciberseguridad coinciden en que es imposible hacer exámenes 100% seguros. “Existen aplicaciones que analizan el comportamiento al otro lado de la pantalla y el porcentaje de posibilidades de que los alumnos hayan copiado, pero es difícil implantarlas para millones de alumnos”.

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