“La reforma tiene aspectos muy positivos: que se aumente la inversión y se mueva el umbral 1. Pero creemos que hay cosas que son mejorables”, afirma Álvaro Ferrer, técnico de equidad educativa de Save The Children. “Por ejemplo, que el reparto del dinero fuese más progresivo. Nos ha sorprendido que se incremente a todo el mundo 100 euros en la no universitaria. Hay que poner el énfasis en el umbral 1. Y nos sorprende que no agilicen los pagos”, prosigue. “Una beca que llega tarde no sirve de nada”, reconoce. Y Ferrer lamenta también que en el cálculo de la parte variable de la beca se vaya a incluir —como instauró el Partido Popular en 2012— los criterios de excelencia académica.

Andrea Henry, presidenta de la Confederación Estatal de Asociaciones de Estudiantes (Canae), coincide en el diagnóstico con Ferrer: “Una beca que llega en mayo, es una beca perdida. Hay que centrarse en el umbral 1, los que más van a sufrir en esta crisis”. Henry lamenta que el Ministerio de Educación no haya contado con ellos para negociar las becas, a diferencia del departamento de Universidades.

José Montalbán, profesor de Economía de la Universidad de Estocolmo y experto en becas, cree que el Gobierno se ha quedado corto en la reforma del sistema, ya que “no han superado la estructura de José Ignacio Wert de cuantías fijas y variables”. En ese sentido, considera que habría que diseñar nuevos umbrales. Cita a Francia, donde existen seis (en lugar de los tres españoles). “Es más justo. Con este sistema va a recibir lo mismo una familia de cuatro miembros con una renta de 18.000 que una que solo ingresa 5.000”, expone. “Cuántos más umbrales, más se adapta la ayuda a las necesidades reales”.

A su juicio, otro de los puntos mejorables es la distribución del nuevo presupuesto; cree que en lugar de dotar con 100 euros más a todos los estudiantes, esa cantidad se podría haber concentrado solo en el umbral 1, lo que habría permitido, según sus cálculos, que en lugar de percibir 1.700 euros recibieran unos 3.400 cada alumno.

Carolina García, presidenta de la Coordinadora de Representantes de Estudiantes de Universidades Públicas (Creup), se contenta a medias. “Es un primer paso”, cuenta esperanzada, pero reclama acabar con todos los requisitos académicos. “Se han rebajado, pero no es suficiente”. Además, le preocupa la tardanza en la resolución de las becas. “Te deniegan la beca en diciembre, recurres y si te la vuelven a denegar, lo sabes en marzo y es imposible para muchos estudiantes pagar la matrícula”.

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