Hay una caída de los ingresos por servicios como las residencias de estudiantes, a la vez que se suma un aumento de gasto por los equipos sanitarios y por los informáticos para desarrollar la educación virtual. Y eso sin contar que muchas instituciones han aumentado sus fondos sociales para ayudar a los estudiantes empobrecidos por la crisis y lo que viene ahora.

Por ejemplo, la Universidad Complutense dice haber perdido 2,5 millones de sus residencias, a lo que hay que suma 1,8 millones menos por las consultas clínicas. La investigación también está muy tocada: hay reducción de la facturación de los parques científicos, menos disponibilidad de fondos públicos para proyectos y menos contratos de transferencia de conocimiento.

También preocupa mucho la caída de las matrículas, tanto por las anulaciones del pasado curso —que a la Complutense le supusieron casi 600.000 euros y a Valladolid, 280.000— como por la reducción de estudiantes internacionales. En la Universidad de Barcelona (UB), por ejemplo, prevén perder hasta el 30% de estudiantes de máster.

Y en las cuentas ha aparecido una partida nueva: la compra de material de protección sanitario. En la UB prevén invertir 2,3 millones hasta diciembre en limpieza y desinfección de sus instalaciones, así como la adquisición de epis. A esto se añade la reposición de los equipos y materiales sanitarios que cedieron a los hospitales; en el caso de la Complutense por valor de 280.000 euros.

La UB explica que ha reservado casi dos millones para comprar unos 2.000 portátiles para los docentes. La Universidad de Valencia ha presupuestado 12 millones para acondicionar espacios y comprar dispositivos y licencias para curso.

Con la pandemia también ha habido ahorros. En la UB y en la UVA los cifran en 800.000 euros en concepto de facturas de suministros, de fungibles y de materiales.

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