En su libro Unsafe Spaces: Ending Sexual Abuse in Universities, explican que los dirigentes universitarios suelen argumentar que las instituciones no deben inmiscuirse en la vida privada de personal y estudiantes, ya que las personas adultas tienen derecho a tomar sus propias decisiones, y que, por otra parte, la prohibición sería imposible de aplicar, porque estos compoertamientos se producirían a escondidas.

Sin embargo, los autores se preguntan si “una relación sexual así puede ser genuinamente consentida, dado el abuso de poder potencialmente involucrado” y destacan que el personal académico que se ve envuelto en estos casos suele  ser “depredador en serie”. Y concluyen: “casi todas estas relaciones acaban por dañar al estudiante”.

Noticia en Times Higher Education

Categories: Notícies