“En la Universidad del Bósforo tenemos una cultura de dirección de abajo hacia arriba, en la que el rector debe tener en cuenta al Senado universitario y a los departamentos. Esto garantiza los principios de nuestra universidad: libertad de expresión, autonomía académica y meritocracia, cualidades raras en la Turquía actual”, explica Zafer Yenal, que acaba de presentar su dimisión como asesor del rector en protesta por el nombramiento de Bulu. “La independencia de las universidades es imprescindible para que haya investigación y pensamiento crítico.”

El pasado día 1, el presidente turco, Recep Tayyip Erdogan, designó a los rectores de cinco universidades, incluida la del Bósforo, donde nombró a Melih Bulu, hasta ahora rector de la Universidad privada Haliç, que fue candidato del partido islamista AKP (en el Gobierno) en las elecciones de 2015 y estuvo acusado de plagio. El resto de los centros no protestaron, resignados desde 2016 a ver cómo sus responsables no son elegidos en unas elecciones como era lo habitual, sino que son puestos a dedo desde el Palacio presidencial. Pero la Universidad del Bósforo no es cualquier universidad y, para los profesores, lo que ha hecho Erdogan solo tiene parangón con la intervención de la universidad por la Junta Militar tras el golpe de Estado de 1980.

Las manifestaciones prometen continuar y, de hecho, ha habido protestas en otras ciudades en solidaridad con la del Bósforo. Pero también se han producido unas 40 detenciones: varias de ellas de madrugada, en casa de los estudiantes a los que fueron a buscar miembros de las unidades especiales de la policía fuertemente armados, como si se tratara de terroristas. Y, efectivamente, de eso los ha tildado Erdogan: “Quienes participaron en las protestas no eran estudiantes del Bósforo sino personas vinculadas a grupos terroristas”.

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