3. Debates, opiniones y estudios

El nuevo sistema ha sido objeto de consideraciones críticas, antes, durante y después de su implantación. Los debates se han centrado, en mayor o menor medida, en:

  • la duración de los estudios,
  • la escasa disponibilidad de recursos,
  • el número, la diversidad y la orientación de los grados,
  • el bajo número de estudiantes en algunos de ellos,
  • la empleabilidad de las personas tituladas.

Así pues, son numerosas las entrevistas y declaraciones al respecto. Y, por otra parte, se han publicado algunos documentos que recogen y sistematizan opiniones diversas.

En muchos casos, las opiniones se refieren a diversos aspectos de los mencionados, por lo que, para evitar redundancias, hemos optado por una presentación cronológica de las opiniones recogidas y las publicaciones consultadas.

El primer debate sobre la reforma, que se inició antes de su implantación, giró en torno a la duración de los grados. Establecida en 240 ECTS, 4 cursos, con excepciones singulares, la polémica se reactivó y sigue viva desde el momento en que el RD 43/2015 estableció la posibilidad de que el número de créditos pudiera ser cualquiera entre 180 y 240 ECTS (entre 3 y 4 cursos).

Ya antes de la reforma se había producido una expansión notable de la oferta de títulos oficiales. Cabe aquí recordar que el exceso de la diversificación de la oferta es un tema que ha dado lugar a numerosas publicaciones en el ámbito de la gestión de organizaciones [8]. Nos referimos, en concreto, al aumento del número de títulos impartidos en las universidades (debido a la aparición de nuevas universidades y a la tendencia de cada universidad a programar más títulos) no a la diversidad de sus denominaciones, puesto que ésta estaba limitada por el Catálogo. “[…] las universidades, de acuerdo con las administraciones competentes, han caído en la trampa de diversificar la oferta para atraer más estudiantes, sin otro resultado que el aumento de costes”, se podía leer en un artículo publicado en 2005 [9], que advertía de los riesgos potenciales de la reforma anunciada: “trivialización, degradación del grado y mercantilización del posgrado”. Así pues, la reforma misma se podía ver como una oportunidad para reducir el número de títulos impartidos [10]. “El crecimiento de centros y estudios era un cáncer que no iba a ningún sitio” declaraba Màrius Rubiralta, entonces  Secretario General de Universidades del Gobierno de España [11].

Pero las esperanzas de que la implantación del EEES diera lugar a una simplificación de la oferta pronto se vieron frustradas.

Ya en el documento Propuestas para la reforma y mejora de la calidad y eficiencia del sistema universitario español [1], de 2013, se dice, entre otras muchas consideraciones sobre el sistema de títulos, que: “[hay] un total de 2541 grados universitarios (=1972 + 569, univ. públicas + privadas) […], cifras que […] requieren un análisis pormenorizado que justifique la existencia de esos estudios. Necesidad que debe considerarse muy especialmente en lo que concierne a las universidades públicas, pero también en lo que afecta a las privadas en la medida en que directa o indirectamente reciban financiación pública”, que “es conveniente que las CAs revisen la oferta global de sus universidades en el grado y el posgrado, analizando el equilibrio de la oferta y la demanda junto con indicadores objetivos de calidad” y que es conveniente asimismo “que el sistema universitario insista más en la calidad que en la cantidad” y cita el informe La universidad española en cifras 2008-2009 [18], de 2010, según el cual hay “una elevada carga de subactividad y unos costes medios por unidad de servicio docente que pueden llegar a ser notoriamente ineficientes”. Inquietud, pues, por la cantidad, el equilibrio entre la oferta y la demanda, la calidad y el coste.

La preocupación por la oferta de grados se ha ido manifestando esporádicamente de forma más o menos directa, pero significativa, en entrevistas y declaraciones de especialistas y personas con responsabilidad en la gestión de las universidades o del sistema universitario.

En la inauguración del curso universitario 2013-2014 en Cataluña, el entonces conseller Andreu Mas-Colell pidió “un gran esfuerzo para simplificar la entrada al sistema universitario. A partir de un número reducido de estudios más generalistas, el estudiante universitario tiene que poder irse especializando a medida que avanza con sus estudios en la universidad. No hay ninguna razón educativa que justifique que en la universidad el repertorio de salidas tenga que ser idéntico al de entradas” [12]. Y añadió: “Honestamente: creo que no podemos pedir a jóvenes de 17 años que decidan sobre 460 puertas de entrada.  […] Creo que deberíamos hacer un gran esfuerzo para simplificar la entrada a nuestro sistema universitario. Es el propio proceso de formación el que ha de permitir y ayudar al estudiante a madurar la toma de decisiones sobre la orientación final de su proceso formativo. El estudiante se tendría que ir especializando, hacia 460 salidas o más, a medida que avanza su proceso de formación […]. El punto de entrada debería permitir muchas salidas, así como el encabalgamiento de las salidas a las que puede llegar desde distintas entradas, para permitir así también entradas diferentes para la misma salida.” [13].

No obstante, según los datos que figuran en la web del MEFP, el número de grados en las universidades de Cataluña ha pasado de 419 en 2013-2014 a 530 en 2017-2018, con un aumento, por consiguiente, del 26,5 %.

En 2014, un documento de trabajo sobre la docencia, en el proceso de elaboración del proyecto de IV Congrés Universitari de Catalunya [14], que no ha llegado a celebrarse, incluía las consideraciones siguientes:

Una especialización prematura, en el grado, no conviene al estudiante ni a la sociedad, porque la posibilidad de seguir aprendiendo a lo largo de la vida depende de la solidez de los fundamentos que se establecen en la formación inicial, sobre los cuales se ha de construir la especialización.

De este enfoque se desprende que se debería simplificar el conjunto de grados que ahora existe, agrupando los similares y suprimiendo los de contenidos poco consistentes o efímeros; dado el punto de partida, se requeriría un consenso entre la Administración y las universidades públicas para reestructurar el sistema.

[…]

En otro orden de cosas, la configuración del sistema de títulos depende de qué se quiera conseguir con la formación universitaria. Las declaraciones que configuran el EEES hacen énfasis en la empleabilidad de las personas tituladas. Voces procedentes de algunas organizaciones empresariales reclaman que la formación esté al servicio del mercado laboral.

Ahora bien, el concepto de empleabilidad es reduccionista. La formación universitaria no tiene como finalidad la mera satisfacción personal de quien la recibe, sino que ha de contribuir significativamente a hacer posible que esta persona haga una tarea útil a la sociedad, cosa que el término “empleabilidad” recoge sólo en parte. Por otro lado, la reivindicación de poner la formación universitaria al servicio del mercado laboral, si se entiende como el que hay en cada momento, es irrealizable. Incluso si se interpreta el término “mercado laboral” en un sentido amplio, está claro que la universidad no puede formar personas que encajen ipso facto en una organización, ya que el proceso de incorporación a la organización es, sobre la base de unas condiciones previas adecuadas, tarea de la organización misma. Cuando un estudiante empieza una carrera las condiciones del mercado laboral son muy diferentes de las vigentes cuando la acaba y seguramente aún más diferentes de las que habrá en etapas más avanzadas de ejercicio de la profesión. Para que la persona sea socialmente útil de manera persistente ha de formarse de modo que adquiera la capacidad de actualizarse y de adaptarse a los cambios que ciertamente experimentará el entorno, que nadie puede pretender saber cuáles serán ni cuándo se producirán. Esto no es compatible con el ajuste a corto plazo a las necesidades de las empresas que, por cierto, son muy diversas y cambiantes. Una formación como la que aquí se propugna es la que interesa a las personas y también a las empresas y a las instituciones.

La universidad, sin perder de vista el presente, ha de formar para el futuro. Y esto sólo es posible con una formación suficientemente general, que proporcione conocimientos bien sedimentados sobre los fundamentos del ámbito correspondiente.”

El  documento Consideraciones sobre el grado universitario en España [6] contiene aportaciones de autores diversos, de las que  una buena parte se refieren al RD 43/2015, que estableció la posibilidad de grados con un número de créditos comprendido entre 180 y 240.

Guy  Haug:

el RD da francamente la espalda a los principios clave del EEES al declarar que los nuevos grados de 180 ECTS podrían ser programas generalistas que dejarían la especialización para el nivel del máster: el EEES pide expresamente fomentar la empleabilidad sobre todo de los graduados, lo que parece imposible si no se les oferta un nivel suficiente de especialización antes de graduarse.

Antonio Embid, José Juan Moreso, Ángel José Gómez Montoro:

1. Cabría señalar, en primer lugar, que si la homogeneidad de los títulos oficiales se ha considerado por el constituyente de tanta trascendencia como para que su regulación sea competencia exclusiva del Estado, no parece que tenga mucho sentido dejar ahora libertad a las universidades para decidir si los grados van a tener o no hasta un 25 por ciento más o menos de créditos.

2. Como ya hemos dicho, esto es más grave porque nada impide que esas diferencias se den en grados que tengan el mismo nombre y que permitirán acceder a actividades profesionales similares, con el consiguiente desconcierto entre quienes tienen que elegir qué, cuánto tiempo y dónde estudiar.

3. La nueva regulación se pretende justificar, según se ha visto, por la necesidad de homogeneizarnos con la mayoría de los países de nuestro entorno. Pero, al margen de que esa aparente homogeneidad tampoco es tan evidente, se paga el precio –ciertamente paradójico– de introducir la heterogeneidad dentro de nuestro sistema universitario.

4. Esta situación se agrava aún más por el hecho de que el art. 2 del Real Decreto 43/2015 establece que los planes de estudios “tendrán entre 180 y 240 créditos”, es decir, no va a haber dos modelos de grados (180 y 240) sino que pueden darse todas las hipótesis imaginables en la horquilla entre esas dos cifras: podrá haber grados de 200, 220 o, por qué no, de 217 créditos.

[…]

6. Es verdad que todo lo anterior se mueve en el terreno de las hipótesis y que es posible que las disfunciones mencionadas hasta ahora encajen más fácilmente (habrá que confiar en la mano invisible del mercado). Pero, la mera enunciación de esos problemas parece evidenciar que con la nueva regulación se está, en realidad, afectando a algo más de fondo: al sistema universitario español. Este dejará de ser, en alguna medida, un verdadero sistema. El Real Decreto 43/2015 introduce un “incentivo de mercado”, que no es sino la posibilidad de bajar la cuantificación de determinados grados (no de todos, obviamente). En una situación de angustias económicas como las que se viven por las universidades (y por las Comunidades Autónomas que las sostienen) cabría un progresivo engrosamiento de los grados de tres años frente a los de cuatro. Entre otras, por razones de ofrecer un elemento atractivo al “mercado”, es decir, a los que buscan el título rápido para tener también posibilidad de inserción rápida en la actividad laboral. Si fuera este el motivo, habría que alertar sobre una posible degradación del contenido cualitativo de la enseñanza universitaria, importando la rapidez en la adquisición del título y no el contenido cualitativo de la enseñanza. Obviamente algunas universidades ¿cuántas? resistirían manteniendo contra viento y marea grados de cuatro años y con prestaciones notables en el contenido de su enseñanza. En este caso, se podría argumentar que ofertando grados exprés frente a grados fuertes comienza a introducirse un principio de diferenciación que, a medio plazo, podría ser positivo para la universidad española. En cualquier caso, sea por el “mercado”, cuya capacidad correctora es bastante cuestionable, o mejor, porque se alcanzara un acuerdo sensato y equilibrado sobre la duración del grado, –contando con la firme acción y la voluntad mayoritaria de los socios de la CRUE–, todo parece apuntar a que la libertad que se deja a las universidades para elegir grados entre 180 y 240 créditos no parece la reforma necesaria ni la que mejor ayudará a mejorar el sistema universitario español.

Transformación y futuro de la Universidad Pública en España [15] se basa en las opiniones recogidas en una mesa redonda que tuvo lugar en octubre de 2016 y en la que participaron tres rectores, un ex rector, un vicerrector, una ex vicerrectora, y un ex vicerrector de diversas universidades públicas españolas. Reproducimos a continuación los fragmentos del documento que nos han parecido más significativos:

[…] reivindicaron el papel de la universidad como una institución que tiene como objetivo formar ciudadanos y personas cultas, instruidas y preparadas, más allá de perseguir solo la empleabilidad a corto plazo […] destacaron la importancia de lograr que los alumnos no solo adquieran habilidades sino conocimientos con los que obtener unas competencias, además de una aptitud y actitud que permitirán a sus egresados trabajar en varios ámbitos e incluso tener oportunidad de empleabilidad durante toda su vida.

Una importante característica del nuevo mapa de titulaciones en España es la proliferación de dobles grados […] En la actualidad existen 843 dobles titulaciones, de las que 501 se imparten en universidades públicas. Algunas universidades incluso han lanzado la triple titulación, como el triple grado en Filosofía, Política y Economía, ofertado por la Universidad Carlos III […]

[…] las universidades públicas se han enfrentado en los últimos años al debate de la multiplicidad –y sobreabundancia− de grados. […] los representantes de la Universidad Pública sostuvieron que la oferta actual es el resultado de un exceso de especialización del sistema de grados. […] defendieron que un número bastante amplio de estas titulaciones podrían formar parte de otro tipo de enseñanza superior como puede ser la Formación Profesional (FP, caracterizada por su alto grado de especialización y un enfoque eminentemente práctico. […] indicaron que la reorganización y consecuente reducción del sistema de grados permitirían el establecimiento de titulaciones más generales, por lo que la especialización se alcanzaría con el estudio de un máster posterior. Otro aspecto a tener en cuenta es que esta multiplicidad puede afectar a la empleabilidad de los egresados, ya que las propias empresas, dada la abundancia y diversidad de grados, desconocen en ocasiones las materias que los componen y algunas titulaciones pueden verse perjudicadas en procesos de selección.

Respecto a la necesidad de responder a las demandas de la sociedad a la hora de diseñar un nuevo mapa de grados, […] se mostraron cautos y plantearon abordar la cuestión teniendo en cuenta que estas pueden cambiar de forma rápida y basándose en elementos circunstanciales, mientras que el desarrollo y establecimiento de una titulación debe producirse con certeza a medio y largo plazo.”

Josep Joan Moreso, presidente de la Agència per a la Qualitat del Sistema Universitari de Catalunya, manifestaba que “Las universidades han creído que una mayor oferta de grados incrementaría la demanda de alumnos, pero esto no es cierto. En Catalunya existen 400 titulaciones de grado, algunos excesivamente especializados. Esto provoca una gran desorientación entre padres y estudiantes a la hora de escoger la carrera universitaria y muchos cursos acaban con apenas estudiantes matriculados. La universidad tiene demasiadas puertas abiertas”. Y, en relación con la posibilidad de implantar grados de 3 años, opinaba que “Este modelo puede resultar positivo. Permite que se implanten grados generalistas, no tan especializados; y favorece la movilidad por Europa, porque los alumnos pueden estar un año entero en el extranjero” [16].

El rápido crecimiento de las propuestas de lo que formalmente se denomina programaciones conjuntas (es decir, dobles y triples grados), a que se refiere Transformación y futuro de la Universidad Pública en España [15], no parece haber sido analizada por las autoridades académicas. No obstante, el profesor Fernández-Villaverde, de la U. de Pennsylvania, manifestaba al respecto una opinión fuertemente negativa [17]:

La reciente explosión de dobles (e incluso triples) grados en la universidad española es un síntoma más de los profundos problemas de nuestro sistema educativo y de las ineficiencias del mercado de trabajo nacional. Unos programas que deberían ocupar solo un nicho reducido (o no existir) se han extendido por toda la geografía nacional sin ton ni son.

Los dobles grados prolongan en exceso los años de estudio, llevan a una formación superficial y, al sustituir calidad por cantidad, distraen de los verdaderos retos de la educación universitaria para las próximas décadas y nos separan de los mejores sistemas internacionales de enseñanza de grado.

[…]

Si juntas derecho y economía, por mucho que lleves el programa a cinco o seis años y que el estudiante haga un esfuerzo extraordinario, nos vamos a encontrar con una formación a medio cocinar: ni vas a saber economía ni vas a saber derecho. Paradójicamente, en España, esto quizás sea menos costoso de lo que parece pues la educación en los grados individuales es mala, con lo cual tampoco se pierde mucho […] Pero si uno quisiera montar un programa de grado de excelencia de verdad en España, los dobles grados no tendrían cabida en el mismo.

Juan Hernández Armenteros, coautor del informe La Universidad Española en Cifras 2015-16, [18] declaraba, con motivo de la presentación de dicho estudio, que “las universidades públicas siguen aumentando su oferta, pese a que no aumenta la demanda de estudiantes. No está mal abrir títulos nuevos que tienen demanda, pero esto no ha ido en paralelo al cierre de títulos que sabemos que no la tienen. Hay un despilfarro de recursos muy elevado” [19].

En el momento de cerrar este informe, La Universidad Española en Cifras 2015-2016 era el más reciente informe de la serie que viene publicando anualmente la Conferencia de Rectores de las Universidades Españolas (CRUE). En él, sus autores recopilan y analizan multitud de datos sobre todos los aspectos relevantes del sistema universitario español.

En particular contiene tablas (1.I.2.16) sobre la actividad académica de los alumnos matriculados en centros propios de las universidades públicas presenciales, referidas a lo que el informe denomina “titulaciones genéricas de grado”, agrupadas por ramas. En estas tablas se aprecia que en estos centros el número de grados correspondiente a cada titulación genérica oscila entre 1 (varias titulaciones genéricas en las ramas de Arte y Humanidades, Ciencias e Ingeniería y Arquitectura) y 86 (Administración y Dirección de Empresas, en la Rama de Ciencias Sociales y Jurídicas).

En particular, en el informe se analiza (p. 42) la oferta de titulaciones con baja demanda:

La existencia de una amplia oferta de titulaciones con una demanda reducida de estudiantes de nuevo ingreso era uno de los principales problemas de eficiencia que han sido reiteradamente señalados por responsables gubernamentales, universitarios y analistas del Sistema. La información disponible para el curso 2015/2016 pone de manifiesto que las universidades públicas, tras haber aprovechado la oportunidad que ofrecía el proceso de adaptación de las titulaciones al Espacio Europeo de Educación Superior para mejorar de forma notable el ajuste de la oferta a la demanda de estudios universitarios, vuelven a aumentar, como muestra el gráfico siguiente, las titulaciones con menos de 20 alumnos que representan el 12,6 % del total, cuando hace siete años absorbían el 18 % del total la oferta. Cabe destacar, no obstante, que de las 129 titulaciones que existían en el curso 2008/2009 con menos de 20 alumnos de nuevo ingreso, se pasó a sólo 39 en el curso 2012/2013, y que en pasado curso 2015/2016 ya volvían a impartirse 71 de ese reducido tamaño. Si efectuamos un análisis de la estructura de la oferta por ramas de enseñanza, apreciamos como las mejoras sustanciales se han producido en las ramas de Humanidades e Ingeniería y Arquitectura, que eran las que presentaban mayores desajustes entre oferta y demanda. Podemos concluir que el Sistema Universitario Público presencial presenta en el curso 2015/2016 un 74 % de su oferta de titulaciones con una demanda de alumnos de nuevo ingreso superior a 40 alumnos lo que garantiza su viabilidad económica y permite su rentabilidad social. A pesar de ello, la oferta de titulaciones con baja demanda sigue persistiendo y vuelve a incrementarse, lo que exige de los responsables de las instituciones universitarias una revisión rigurosa de su política de ese 12,7 % de su oferta con menos de 20 alumnos de nuevo ingreso.

Francesc Torres, rector de la Universitat Politècnica de Catalunya, decía en una entrevista que “cada vez hay más grados, pero esto es porque el mercado lo demanda. Nosotros somos más partidarios de que los alumnos tengan una buena formación generalista al principio y al final acaben especializándose” [20].

Según el profesor Josep-E. Baños, que fue vicerrector de Docencia y Ordenación académica de la U. Pompeu Fabra, “en la actualidad incluso lo que se enseña a los estudiantes de primero de universidad puede ser obsoleto cuando se gradúen sólo tres años después”, lo que mal se compadecería con el carácter generalista de los grados y debería conducir a una revisión urgente de los planes de estudios correspondientes [21].

El rector de la Universitat de Barcelona, Joan Elias, se mostraba preocupado por la “perversión del modelo de financiación, por el cual la universidad que más recibe es la que tiene más alumnos y la que más grados ofrece”, lo cual supone, en opinión del rector, que “se acaben creando grados de difícil justificación más allá de garantizar la supervivencia de algunos departamentos” [22].

Ernest Pons, vicerrector de la Universitat de Barcelona, consideraba que “En España hay una tarea pendiente: como no hay un catálogo de títulos, no hay planificación ni coherencia en el mapa. Hay cierta inflación de títulos” [23].

Norbert Bilbeny, profesor de la Universidad de Barcelona, ha manifestado en un artículo inquietudes diversas en relación con los grados: “¿Se puede decir que los títulos de grado actuales han permitido especializarse en una determinada carrera? […] En el grado no hay tiempo para entrar a fondo en los temas […] No sería preciso […] prolongar el grado, sino hacer que cunda más, revisando el apretado programa actual, que no facilita el nivel y el seguimiento de cada asignatura.” [24].

Las noticias de prensa pueden considerarse también como un reflejo de opiniones, más o menos generalizadas entre el público, sobre el sistema de títulos. Ejemplos de ello se encuentran en un reportaje publicado en La Razón de 31/05/18: “En el próximo curso, los centros se han esforzado en acrecentar su currículo y dotarle de un grado, valga la redundancia, más de especialización, donde, entre otros, la digitalización es la ganadora.” [25] o en el de El Mundo de 20/11/2018: “El 27 % de la oferta universitaria tiene menos de 40 estudiantes de nuevo ingreso porque el sistema es tan generalista que hay estudios en todos los campus, en todas las ramas y prácticamente en todas las capitales de provincia, aunque la demanda no aumenta por la caída de la población” [26]. Y en titulares como el de El Mundo de 14/06/2018: “La actualidad se palpa en los nuevos grados. La gestión de datos, las ciudades inteligentes y la transformación digital, entre las temáticas que tratarán las titulaciones de reciente creación” [27] o el de Cinco Días de 01/09/2018: “La universidad se superespecializa y responde al mercado” [28].

En un reportaje de La Vanguardia sobre un debate con la participación de la rectora de la UAB, los rectores de la UB, la UPC y la UPF y Javier Roglá, director de Santander Universidades y Universia, se dice que “Es preciso dotar de mayor autonomía a las universidades, aunque manteniendo cierto grado de fiscalización. La rigidez del modelo de las titulaciones, excesivamente reguladas y sin recursos, para Javier Roglá ‘es una incoherencia’ que debe permitir poner sobre la mesa ‘cambios estructurales’. Es preciso dotar de libertad a las universidades y evitar el exceso de regulación.” [29].

El rector de la Universidad de Salamanca, Ricardo Rivero, opina que “No necesitamos menos universidades, sino mayor diversificación de la oferta académica. El problema es que en todos los lugares se ofrecen los mismos títulos” [30].

En una entrevista, el rector de la Universitat Politècnica de Catalunya responde a la pregunta de cómo definiría la evolución que han tenido los estudios de ingeniería desde sus años de alumno en la ETSETB, lo siguiente: “La principal diferencia es que todo se ha acelerado mucho a riesgo de caer, en algunos aspectos, en la superficialidad. En la UPC, creemos que los primeros años han de servir para que los alumnos adquieran un grado de madurez a partir de unos conocimientos y habilidades que perduren a lo largo de la vida para, posteriormente, especializarse. En la especialización, asistimos también a una gran diversificación, tal vez incluso excesiva, que viene dada por el hecho de que la tecnología se está introduciendo en todos los sectores (agricultura, salud, turismo…) y esto requiere más transversalidad. ¡Hay quien dice que ya hay más tecnología en un tomate que en un iPhone!” [31].

Juan José Juárez, de la Fundación Bertelsmann, opina que “uno de los problemas en los grados de formación profesional es que, al igual que sucede con los universitarios, son demasiado generalistas”. La noticia que contiene esta opinión incide en la relación entre la formación profesional y las universidades, a que hemos hecho referencia anteriormente: “Mientras que los titulados universitarios cuentan con la posibilidad de continuar formándose gracias a los másteres, los alumnos de FP no cuentan con ningún modo oficial de especializarse. Por ese motivo, la Fundación Bertelsmann, la Asociación Española de Empresas de Consultoría y varias empresas del sector de nuevas tecnologías han creado un programa de Formación Superior Dual. Un plan que se impartirá en la Universidad de Alcalá y en la Universidad Rey Juan Carlos y que pretende alzarse como ‘el máster de la FP’, tal y como lo califica el presidente de la Fundación Bertelsmann, Francisco Belil.” [32].

En su comparecencia del 19/11/2018 ante la Comisión de Ciencia, Innovación y Universidades del Senado, el ministro Pedro Duque informó de que se había constituido y estaba en funcionamiento una Mesa sobre la reordenación de los títulos oficiales, de los que se impartían 8.500 en 1.046 centros docentes. El ministro afirmó que alguno de los instrumentos establecidos en la ordenación vigente “están desfasados o requieren cambios”, que “la oferta académica debe crecer más cualitativamente que cuantitativamente” y explicó que su ministerio trabaja en la línea de modificar el marco legal “para avanzar hacia un sistema de acreditación de títulos más flexible y que cuente con la corresponsabilidad de las universidades, tanto en la verificación inicial como en el seguimiento y la acreditación de la calidad de los grados y los másteres” [33].

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10 Comments

Graus universitaris: quants i quals? – Observatori del Sistema Universitari · 30/enero/2019 at 17:24

[…] Llegeix l’informe complet (en castellà) […]

Graus universitaris: quants i quins? – Observatori del Sistema Universitari · 31/enero/2019 at 17:37

[…] Llegeix l’informe complet (en castellà) […]

The universities multiply the degrees, a trap to win students that the private one makes profitable | Society | Spain's News · 20/marzo/2019 at 11:04

[…] Albert Corominas, professor of Polytechnic University of Catalonia and co-author of the report University degrees: how many and which ones? Analysis of the offer of undergraduate studies in publi…, which yesterday published in Barcelona the Observatory of the University System, an independent […]

La carrera de las universidades por atraer alumnado ha multiplicado la oferta de títulos universitarios - Observatori del Sistema Universitari · 20/marzo/2019 at 18:43

[…] informe [Grados universitarios: ¿cuántos y cuáles? de OSU] señala como uno de los problemas más graves la “desorientación” que causa en los […]

Los estudios de grado en las universidades españolas (II): cuestiones y recomendaciones - Universidad, sí · 9/abril/2019 at 08:14

[…] y su comparación con la oferta anterior a la reforma del sistema de títulos, a partir del informe Grados universitarios: ¿cuántos y cuáles? Análisis de la oferta de estudios de grado en las univ…, que presentó el pasado 19 de marzo el Observatorio del Sistema Universitario […]

Graus universitaris: quants i quins? - Observatori del Sistema Universitari · 26/noviembre/2019 at 20:06

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Las universidades multiplican los grados, una trampa para ganar alumnos que la privada sí rentabiliza | Chihuahua Exprés · 16/agosto/2020 at 15:51

[…] Albert Corominas, profesor de la Universidad Politécnica de Cataluña y coautor del informe Grados universitarios: ¿cuántos y cuáles? Análisis de la oferta de estudios de grado en las univ…, que ayer publicó en Barcelona el Observatorio del Sistema Universitario, un organismo […]

Universidades pondrá fin a las carreras rápidas de tres años – Info-spain · 2/marzo/2021 at 07:30

[…] que agrupa a docentes de las universidades públicas de Barcelona, es muy crítico en su estudio Grados universitarios: ¿cuántos y cuáles?, de 2019: “Se tiene menos referencias, lo cual puede implicar dificultades en la elección de […]

MERCANTILIZACIÓN DE LA UNIVERSIDAD. Vera Sacristán Adinolfi – Pensamiento Crítico XXI · 11/febrero/2024 at 16:24

[…] Por otra parte, la desaparición del Catálogo de títulos ha permitido a las universidades, y muy particularmente a las privadas con ánimo de lucro, ofrecer estudios de bajo coste y nombre atractivo, y de este modo desarrollar su oferta docente (a este respecto, véase Observatorio del Sistema Universitario, Grados universitarios: ¿cuántos y cuáles?, 2019). […]

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