5. Conclusiones, recomendaciones y cuestiones para el debate

Como se ha visto, existe una diversidad de opiniones en relación con lo que es y lo que debería ser la oferta de grados de las universidades españolas. Por otra parte, no se puede asegurar que el público tenga claros los objetivos formativos del primer ciclo universitario, a lo que probablemente contribuyen algunas de las características de la propia oferta.

No es fácil dilucidar las cuestiones que plantea la actual oferta de estudios de grado por las universidades, por la propia dificultad de analizarla, dado su volumen, y porque no es posible considerarla desde un punto de vista meramente cuantitativo. Por tanto, hemos adoptado una actitud muy prudente en el momento de formular conclusiones y en muchos casos hemos preferido plantear preguntas para estimular un debate que requiere la participación, al menos, de las propias universidades y de las administraciones involucradas.

¿Formación generalista?

¿Hasta qué punto los planes de estudios de los grados que actualmente ofrecen las universidades españolas priman “los contenidos generalistas y de formación básica”, “tienen como finalidad la obtención por parte del estudiante de una formación general” y garantizan “que la formación del Grado es generalista”, tal como establece el Real Decreto que los regula?

Aun sin entrar en una discusión sobre el significado de “generalista”, parece claro, de la mera lectura de los nombres de los grados vigentes, que muchos se ajustan indudablemente a los preceptos citados y algunos, indudablemente no. En otros casos, solo las propias universidades y las agencias de acreditación pueden llegar a conclusiones definitivas, mediante un examen crítico de los nombres y de los contenidos, que debería comprobar también que “la denominación del título sea acorde con su contenido, y en su caso, con la normativa específica de aplicación, coherente con su disciplina y no conduzca a error sobre su nivel o efectos académicos ni a confusión sobre su contenido y, en su caso, efectos profesionales”.

¿Preparación para el ejercicio profesional?

Desde otro punto de vista, también se debería comprobar que la formación proporcionada por el grado se ajusta a la normativa vigente en lo que se refiere a estar “orientada a la preparación para el ejercicio de actividades de carácter profesional”, y no sólo a la mejora del nivel cultural del estudiante, teniendo en cuenta, además, que en la Declaración de Bolonia, que declaradamente inspira la legislación española al respecto, se dice que “el diploma obtenido después del primer ciclo será también considerado en el mercado laboral europeo como nivel adecuado de cualificación”.

¿Empleabilidad?

Uno de los objetivos de las propuestas contenidas en la Declaración de Bolonia consiste en “promocionar la obtención de empleo”, lo cual admite una variedad de interpretaciones, en cuanto al horizonte temporal en que se plantea. Pretender que la universidad forme con vistas a la empleabilidad a corto plazo, en el sentido de que la persona graduada pueda encajar sin más en las organizaciones en que vaya a ejercer su actividad profesional, no es realista, pero, sobre todo, se opone a la empleabilidad a largo plazo, que es la más importante para las personas y también para las organizaciones en que estas actúan. La empleabilidad a corto plazo requiere una formación especializada y específica, mientras que solo la formación básica y generalista, en el ámbito correspondiente, puede garantizar la capacidad de actualizar conocimientos a lo largo de la vida y la empleabilidad a largo plazo.

Como se dice en el documento Transformación y futuro de la Universidad Pública en España, la universidad es “una institución que tiene como objetivo formar ciudadanos y personas cultas, instruidas y preparadas, más allá de perseguir solo la empleabilidad a corto plazo […] destacaron la importancia de lograr que los alumnos no solo adquieran habilidades sino conocimientos con los que obtener unas competencias, además de una aptitud y actitud que permitirán a sus egresados trabajar en varios ámbitos e incluso tener oportunidad de empleabilidad durante toda su vida”.

¿Profesiones con ciclos de vida breves?

En relación con el punto anterior, debería ponerse especial atención en no promover nuevos grados sin tener una certeza razonable acerca de la vigencia temporal de su objeto y sus contenidos. Al respecto resulta muy preocupante que una persona que como profesor y por los cargos de responsabilidad que ha ejercido conoce muy bien el tema, opine, como hemos visto en el apartado 3, que “en la actualidad incluso lo que se enseña a los estudiantes de primero de universidad puede ser obsoleto cuando se gradúen sólo tres años después”. El peligro seguramente es mayor en los grados cuyo objeto es el estudio de un producto específico con un ciclo de vida de duración incierta.

¿Comprensible y comparable?

Parece poderse afirmar que con la reforma no se ha alcanzado el objetivo de adoptar el “sistema de titulaciones fácilmente comprensible y comparable” propugnado en la Declaración de Bolonia, no ya en cuanto a la comparación de los títulos españoles con los de los otros países del EEES (que es fundamentalmente una consecuencia inevitable de la diversidad de los sistemas de universidades y de títulos en los países del Espacio), sino incluso en la comparación entre sí de los títulos del propio sistema español.

La gran diversificación de la oferta y las características de algunos nombres pueden dar lugar a que el sistema resulte poco inteligible para estudiantes, familias, instituciones y empresas. En particular, dificultan las decisiones de unas y otros, por una parte, la coexistencia de grados con nombres parecidos, pero no equivalentes, y, por otra, los nombres poco expresivos o difíciles de interpretar en relación con el contenido del grado.

Los propios nombres de algunos grados, junto a ciertos discursos sobre la empleabilidad y la necesidad de que las universidades se adapten al mercado, propician que parte del público piense que el objetivo de este primer ciclo universitario es la especialización y no la formación generalista prescrita en las disposiciones vigentes.

Planificación y cooperación versus mera competición

Aunque no sea posible determinar el grado idóneo de diversidad en la oferta de los títulos de grado, la mayoría de opiniones manifestadas convergen en considerar que el número actual de grados con nombres distintos es excesivo y debería reducirse.

Ello no puede resultar de las decisiones de cada una de las universidades, abocadas, en un contexto de escasez de recursos, a conseguir más estudiantes, sino de la actuación, en diálogo con las universidades, de las comunidades autónomas que, en definitiva, son las responsables de la implantación de los títulos.

Es muy probable que si una sola universidad aumenta su oferta de grados consiga mayores recursos de las administraciones y por precios públicos. Pero si todas lo hacen a la vez el único resultado esperable es un aumento de costes. Con los mismos recursos y mayores costes, es difícil que la calidad no se resienta. En este sentido, en un contexto de reducciones presupuestarias sorprende que algunas universidades hayan aumentado substancialmente, respecto a su situación antes de la reforma, el número de estudios impartidos y el incesante aumento del número de grados.

Además, el sistema actual no garantiza que la oferta de grados de las universidades públicas sea completa, es decir, que comprenda todos los ámbitos relevantes del saber, aunque la demanda estudiantil pueda ser muy baja en algunos de ellos. Sólo el impulso de las administraciones, en coordinación con las universidades públicas, puede asegurar que se cumpla esta condición de completitud.

Cuántos dobles grados

La existencia de grados múltiples (básicamente, dobles grados) amplía las opciones sin que necesariamente los costes tengan que aumentar significativamente. No obstante, debería analizarse si el número actual de dobles grados y su rápido crecimiento son razonables en un sistema en que se supone que generalmente la ampliación y profundización de conocimientos están encomendadas al segundo ciclo.

Grados en lenguas extranjeras

Al tomar la decisión de impartir un grado en inglés (u otra lengua extranjera) la universidad tendría que considerar los objetivos que desea alcanzar y por qué, y evaluar los recursos con que cuenta para ello:

  • Captar alumnado extranjero (como objetivo en sí mismo o como indicador de calidad).
  • Conseguir mayores recursos económicos mediante la captación de alumnado extracomunitario.
  • Mejorar el dominio de la lengua inglesa por parte del alumnado (ello requiere dicho dominio de la lengua por parte del profesorado, el cual, aunque casi siempre tiene necesidad de conocer el inglés para poder ejercer su actividad académica, no está obligado a poder usarlo con el nivel de calidad lingüística exigible en la docencia universitaria ni generalmente se ha sometido a prueba alguna que lo garantice).

Recursos

Las universidades y las administraciones competentes deberían ser extremadamente cuidadosas en la evaluación de los costes inherentes a la puesta en marcha y al mantenimiento de un nuevo grado y en asegurarse de la disponibilidad de personal y de recursos materiales necesarios para impartirlo con el nivel de calidad exigible.

¿Grados propios?

Las universidades, junto a los grados oficiales y con validez en todo el territorio nacional, ofrecen también en algunos casos títulos propios de grado, con características formales iguales o distintas que las de los grados oficiales. En este caso, al no tratarse de títulos oficiales, los precios no están sometidos al régimen de precios públicos. Estos títulos, por supuesto, no tienen los mismos efectos académicos que un grado oficial.

Creemos que esta práctica debería ser revisada. Por una parte, porque seguramente hace aún más difícilmente comprensible el sistema de títulos para el público y las empresas y porque a nuestro entender contraviene la disposición adicional decimonovena de la LOU y el artículo 9 del texto consolidado del RD que regula los títulos oficiales. Por otra, porque la propuesta de títulos propios análogos a los oficiales se justificaba invocando “necesidades formativas no recogidas en el catálogo oficial de titulaciones universitarias”, pero este argumento decayó al ser substituido el Catálogo por el RUCT. Si un plan de estudios tiene las características formales de un grado y no está en el RUCT puede ser porque sus características no permiten que sea verificado o porque se acoge a un régimen de precios distinto del de los títulos oficiales.

¿Ciclo corto o formación profesional?

Ante la reciente propuesta de añadir un “ciclo corto” a los tres ciclos universitarios clásicos, formulada en la declaración ministerial de París de los países del EEES, junto a las iniciativas de algunas universidades públicas españolas de promover estudios con características similares a o conexas con la formación profesional, se hace necesario definir la relación entre la formación universitaria y la formación profesional superior.

La incorporación de estudios de formación profesional a la universidad supondría un cambio considerable en los objetivos docentes de la institución y en los recursos necesarios para alcanzarlos. En otro sentido, se debería valorar la conveniencia de que determinados títulos universitarios de grado se adscribieran al ámbito de la formación profesional superior.

Las universidades han hecho un gran esfuerzo para poner en marcha, en relativamente poco tiempo, un sistema de títulos con características en algunos casos substancialmente distintas de las del sistema anterior. Ahora que ya existe una experiencia amplia en la implantación de los estudios de grado, se puede y se debe valorar sus virtudes y sus defectos. Creemos que nuestro estudio, aun con todas sus limitaciones, justifica suficientemente la necesidad de una revisión a fondo de la que se deriven medidas de mejora. De las consideraciones anteriores parece desprenderse que para llevarlas a cabo no serían necesarios cambios legislativos generales, sino principalmente que las administraciones y las universidades públicas asumieran cada una las responsabilidades que les corresponden e iniciaran un trabajo conjunto que desembocara en las reformas pertinentes.

Categories: Informes

10 Comments

Graus universitaris: quants i quals? – Observatori del Sistema Universitari · 30/enero/2019 at 17:24

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Graus universitaris: quants i quins? – Observatori del Sistema Universitari · 31/enero/2019 at 17:37

[…] Llegeix l’informe complet (en castellà) […]

The universities multiply the degrees, a trap to win students that the private one makes profitable | Society | Spain's News · 20/marzo/2019 at 11:04

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Los estudios de grado en las universidades españolas (II): cuestiones y recomendaciones - Universidad, sí · 9/abril/2019 at 08:14

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Graus universitaris: quants i quins? - Observatori del Sistema Universitari · 26/noviembre/2019 at 20:06

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Las universidades multiplican los grados, una trampa para ganar alumnos que la privada sí rentabiliza | Chihuahua Exprés · 16/agosto/2020 at 15:51

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Universidades pondrá fin a las carreras rápidas de tres años – Info-spain · 2/marzo/2021 at 07:30

[…] que agrupa a docentes de las universidades públicas de Barcelona, es muy crítico en su estudio Grados universitarios: ¿cuántos y cuáles?, de 2019: “Se tiene menos referencias, lo cual puede implicar dificultades en la elección de […]

MERCANTILIZACIÓN DE LA UNIVERSIDAD. Vera Sacristán Adinolfi – Pensamiento Crítico XXI · 11/febrero/2024 at 16:24

[…] Por otra parte, la desaparición del Catálogo de títulos ha permitido a las universidades, y muy particularmente a las privadas con ánimo de lucro, ofrecer estudios de bajo coste y nombre atractivo, y de este modo desarrollar su oferta docente (a este respecto, véase Observatorio del Sistema Universitario, Grados universitarios: ¿cuántos y cuáles?, 2019). […]

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