• El gasto total en I+D ha pasado del máximo del 1,39% del PIB en 2008 (14.701 millones de euros) al 1,24% en 2013 (13.052 millones), frente al 2,4% de la Unión Europea, cuyo objetivo es llegar al 3% del PIB.
  • El Estado prevé dedicar a la I+D 6.407 millones en 2015. Al margen de la dificultad de separar la investigación civil de la militar, es importante distinguir las partidas financieras (4.001 millones para 2015) de las no financieras (2.406 para 2015). Éstas son a fondo perdido, pero las financieras son créditos que hay que devolver (por eso son inaccesibles para las universidades), de forma que comprometen poco y su aumento no implica un verdadero gasto.
  • Las previsiones en el Proyecto de Presupuestos de 2015 para I+D muestran que las partidas no financieras bajan el 0,29% respecto de 2014 y las financieras suben el 7,17%; que la inversión prevista para el Fondo Nacional de Investigación, que financia los proyectos, es de 297 millones de euros, el 54% de lo destinado en 2009; que los fondos para formación (las becas de investigación) son de 135 millones o seis temporadas de Messi, el 69% respecto de 2009, y que los Organismos Públicos de Investigación (OPI: CSIC, Ciemat, INTA, etcétera) han visto reducida su financiación, globalmente, en más del 35% desde 2009.
  • Alrededor del 45,5% presupuestado para I+D en 2013 quedó sin ejecutar, un 10,73% de la parte no financiera y un 57% de la financiera.

Artículo completo de José Adolfo de Azcárraga en El País

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