El curso 2015-2016, poco más de 13 de cada 100 personas matriculadas en grado optaban por una universidad privada. En apenas cuatro años, son casi 17 de cada 100 quienes lo hacen, aunque el fortalecimiento de la privada varía por comunidades.

En cuanto a los másteres, en 2015 un 32,5% de las personas matriculadas en estudios de máster lo estaban en universidades privadas, en 2019 el porcentaje subía al 41%.

Para el doctor en Sociología e investigador de la UNED, Damián Herrera Cuesta, los postgrados son clave para comprender el auge de la privada: “Se ha visto que en la medida en que se vaya igualando el número de matriculaciones en un nivel [como son los grados o ciclos], determinados grupos sociales van a estar interesados en buscar alternativas que les mantengan en ese grado de diferenciación social”.

Precisamente por las desigualdades que genera, Estudiantes en Movimiento manifiesta su rechazo a este tipo de educación y aboga por una “reducción progresiva de la educación privada y la ampliación de financiación de la educación pública”, tal y como apunta Álvaro Coscolín, estudiante de filosofía en la Universidad de Zaragoza y miembro de esta organización.

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