La Universidad Estatal de Georgia tiene una enorme cantidad de alumnos que vienen de hogares con bajos ingresos y necesitan al menos un empleo para llegar a fin de mes mientras estudian. Sin embargo, la pandemia no la ha hundido. Al contrario: su tasa de graduación llegó esta primavera a una cifra récord, igual que el promedio de las notas de la clase que se graduó. No solo no ha caído la asistencia tras el paso a la formación virtual, sino que aumentó hasta llegar a un sorprendente 98,5% durante la última semana del semestre.

¿Cómo fue posible? En los últimos años, esta universidad había comprobado que sus alumnos no fracasan en sus estudios por falta de capacidad, sino por falta de apoyos. Así, haciendo uso de datos agregados, la universidad ha aprendido a identificar los problemas e intervenir rápidamente para ayudar a los alumnos que hayan perdido el rumbo. A veces, esto significa reorganizar los horarios de asignaturas para que los alumnos puedan asistir y otras, rediseñar un curso básico para que cada estudiante aprenda a su ritmo.

Los tutores no esperan que los alumnos los busquen. Están presentes desde el primer día para aconsejar a cada estudiantes y responden cada vez que el sistema informático de la universidad les envía una alerta, por ejemplo por una mala nota en una asignatura importante, ausencias injustificadas o retrasos para matricularse en el semestre siguiente.

El resultado de estas y otras medidas innovadoras es que la Universidad Estatal de Georgia se ha convertido en una institución excepcionalmente exitosa -ha eliminado todas las brechas educativas de raza y clase social- y es a la vez increíblemente resistente.

Cuando el gobierno nacional otorgó a la Universidad Estatal de Georgia una ayuda de emergencia de 21,7 millones de euros a través de la Ley de Estímulo Federal, la universidad supo perfectamente cómo distribuirla, porque hace unos años estableció un sistema de micro-becas gracias al cual los alumnos no tienen que solicitar nada: la universidad monitorea sus cuentas bancarias universitarias, utiliza datos para establecer sus necesidades y evalúa su desempeño académico, y luego les cancela la deuda. A través del mismo sistema, la universidad pudo desembolsar en las 24 horas siguientes a recibir el dinero del Fondo de Estímulo Federal de Washington, 22.000 micro-becas, cada una equivalente a una cifra entre 170 y 1.700 euros.

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